La detención de Ignacio Rentería Andrade, ayer en el municipio de Parácuaro, significa un doble triunfo para los gobiernos federal y estatal: por un lado, la caída de quien podría considerarse el último de los jefes del cártel de ‘Los Caballeros Templarios’, y por otro, el rompimiento de la cadena que armaba Rentería con el objetivo de aglutinar a las células delictivas que estuvieron ligadas al mando de aquel grupo y que aún siguen vivas, sobre todo en la región de la Tierra Caliente.
Con la captura de Rentería Andradre, conocido también como ‘El Cenizo’ se rompe ese eje aglutinador, celebran en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, que lo tenía identificado como uno de los capos más peligrosos en Michoacán y el único —tal vez— con el liderazgo y la fuerza para reagrupar a las bandas, por ahora dispersas y a las que el gobernador Silvano Aureoles Conejo asegura tenerlas a raya, “cercadas, perseguidas, a salto de mata”.
El hombre fuerte de ‘La Tuta’
De acuerdo con la fichas que en el Sistema Nacional de Seguridad Pública se elaboraron sobre el perfil de Nacho Rentaría, adquirió especial relevancia en la estructura del que fuera el cártel dominante en Michoacán, cuando Servando Gómez Martinez ‘La Tuta’, meses antes de ser capturado, rompe con los hermanos Sierra Santana, ya para entonces jefes del grupo de ‘Los Viagras’, otrora brazo armado de ‘Los Templarios’.
Confrontado también con los cercanos a Nazario Moreno (abatido el 14 de marzo de 2014), Gómez Martínez forma alianza con Rentería Andrade, quien durante años había sido el encargado de las operaciones de la organización en la Costa y Sierra de Michoacán.
La sólida alianza entre ‘La Tuta’ y ‘El Cenizo’ dura, sin embargo, poco, por la captura del primero el 27 de febrero de 2015.
Los servicios de inteligencia de las secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina Armada de México, así como de la Procuraduría General de la República (PGR) concentraron entonces su atención en ‘El Cenizo’, a quien sus enviados y agentes en Michoacán calificaron como el más probable heredero —en línea de mando— de ‘La Tuta’.
Se convirtió así en uno de los “objetivos criminales prioritarios” de la Sedena, la Marina y la PGR en Michoacán. Esta última dependencia, incluso, fijó una recompensa de 10 millones de pesos para quien aportara información fidedigna para su captura.
Su captura no fue fortuita
Convertido, pues, en blanco a seguir por todas las dependencias que confluyen en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, empezó persecución de ‘El Cenizo ‘y sus secuaces.
Para evadir a sus perseguidores, Rentería alternaba permanencias entre Michoacán y Guerrero; incluso, en febrero del año pasado, durante un enfrentamiento de fuerzas federales con presuntos narcotraficantes en un poblado limítrofe entre estas dos entidades, algunos reportes periodísticos indicaron que entre los más de veinte detenidos se encontraba ‘El Cenizo’.
Como sea, aquellas notas evidentemente resultaron falsas. Nacho Rentería siguió en libertad, pernoctando entre Guerrero y Michoacán, con la idea de reagrupar a las células de lo que alguna vez fue el cártel de ‘Los Templarios’.
Idea que tuvo su fin este miércoles en la comunidad conocida como Primero de Septiembre del municipio de Parácuaro, donde desde la madrugada ya lo esperaban efectivos de la Sedena, de la Marina y de la Policía Federal.
Los informes que se habían allegado sobre el “heredero de La Tuta”, los condujeron ahí, a donde muy temprano llegaría el último de los jefes templarios.
El cerco federal estaba tendido.
Aquí se queda… ¡aquí entre nos!