Desapercibido Pasó el Día del Cartero, Aunque en Uruapan uno de Ellos fue Mártir en la Antigua Estación del Tren.

Totalmente desapercibido pasó en Uruapan el día del cartero, aunque en Uruapan uno de ellos fue un mártir que se inmoló para protestar por los bajos salarios.

El pasado domingo 12 se celebró en el país el día del empleado postal, un servicio prácticamente en la extinción, ya que actualmente se utiliza más para enviar paquetería que para el intercambio epistolar, el cual casi ha muerto por el uso de tecnologías como el internet y la mensajería a través de la telefonía celular.

En ese marco cabe recordar que hace 48 años un cartero se inmoló, prendiéndose fuego en la antigua estación del ferroviaria de esta ciudad, para denunciar los bajos salarios de los trabajadores postales.

«Que el remordimiento caiga sobre la conciencia de los funcionarios y políticos irresponsables». «Para los políticos, cuentas bancarias, para el empleado postal, promesas y para nuestros hijos, miserias». «El Empleado que se atreva a pedir aumento de sueldo es comunista», fueron los mensajes que con pintura de color rojo, dejó en su carrito de correo, el cartero, J. Refugio Ménes Gómez de 48 años de edad.

El hecho fue publicado originalmente en el número 1480 del periódico Crítica de esta ciudad, el 13 de abril de 1969 y fue recopilado por el escritor Paco Ignacio Taibo II en una de sus novelas de la serie del detective mexicano, Héctor Belascoarán Shane
37 años después de la inmolación, la historia fue retomada por la revista Tiempo del Cupatitzio, en el número 69 de junio del 2006, la cual dirige hasta la fecha el historiador Sergio Ramos Chávez, quien le confirmó los datos de este caso a esta reportera.

Refugio Ménes residía en Irapuato, Guanajuato, con su esposa y cinco hijos y en esa época ganaba mil 200 pesos mensuales, el equivalente actual a un peso con 20 centavos.
De acuerdo a la sección de Noticias del periódico Crítica, la inmolación ocurrió el martes anterior a la publicación, aproximadamente, a las 13:00 horas, cuando el cartero se suicidó, de acuerdo a lo que dejó escrito en su carrito de correo, por las injusticias que viven los asalariados.

Se untó gasolina y thinner y empapó con estos combustibles sus valijas de correo, sobre las cuales se acostó y les prendió fuego.