Con derroche de fervor y sin abuso de alcohol el antiguo Zapío, actualmente conocido como la colonia Zapata festejó con fervor a su santa patrona, conocida como Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
En esa colonia combinaron las actividades religiosas con las lúdicas y con ellas confirmaron que la sangre de sus ancestros P’urhépecha corre por sus venas, pues además de ceremonias solemnes, hubo danzas y un estallido de color y tradición.
Cabe mencionar que nada empañó el festejo y que desde semanas antes los sacerdotes insistieron en que las fiestas se viviesen en medio de un ambiente familiar, por lo que se exhortó a quienes fueran a festejar algo distinto a la virgen, mejor lo hicieran otro día y en sus casas.
La fiesta comenzó temprano el martes en la colonia Zapata, con mañanitas, Rosario de la aurora, ceremonias litúrgicas y primeras comuniones.
Además por primera vez se llevó a cabo un concurso de chimeneas miniatura, que se trató de la exposición de estufas tradicionales hechas con barro y alimentadas con leña, la cual tuvo como propósito además de fomentar el antiguo arte de las estufas o chimeneas rurales, recaudar fondos para la construcción de la Casa Pastoral; pero tal vez por tratarse del primer año en que se lanzó esta convocatoria, no hubo la respuesta esperada en cuanto a número de participantes.
Del medio día en adelante se llevó a cabo un recorrido con la imagen de la virgen, en donde destacó un hermoso torito de petate y madera con espectaculares ornamentos que compitió en colorido con la portada.
Aunque también hubo misa concelebrada, a la cual acudieron sacerdotes de La Asunción, de Guadalupe, de Taretan y de Tingambato, entre otros y al final de las liturgias, quema de castillo, música de banda y kermés.