Señoras y señores: mañana el PRI tendrá la plenaria de su 22 Asamblea Nacional y a partir de entonces se puede darse como un hecho que su candidato a la presidencia de la República será el actual secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña.
Economista por el ITAM, abogado por la UNAM y con doctorado en Economía por la Universidad de Yale, de 48 años de edad, puede también anticiparse que en su momento será el candidato preferido de los empresarios del país, y el de mejor perfil para los mercados internacionales.
Sin militancia partidista tiene un récord en la historia del sector público mexicano: ha ocupado cinco secretarías de Estado en dos sexenios diferentes y de distinto color: con el panista Felipe Calderón Hinojosa fue secretario de Energía y de Hacienda y con el priista Enrique Peña Nieto titular de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y otra vez de Hacienda.
Con ambos partidos, PRI y PAN tiene afinidad y en sus venas parte de su historia: su padre, Dionisio Meade, militó destacadamente en el tricolor; su abuelo, José Kuribreña, reconocido escultor zacatecano, de creencias y militancia en el blanquiazul.
Pero de su historia y biografía ya habrá tiempo de ocuparse; por ahora, y en la coyuntura preelectoral, salta una pregunta: su candidatura ¿no terminará por desalentar a los panistas que dicen negociar un frente opositor en alianza con el PRD?
La pregunta es obligada porque seguramente a muchos militantes, simpatizantes y cuadros dirigentes de Acción Nacional no les desagrada en ningún sentido la eventual postulación de Meade Kuribreña, a quien verían como otro más de los suyos.
Vaya, en ese escenario, resulta más fácil entender un entendimiento de los panistas con el “priista” Meade que con el perredismo, que en todo caso se verá aún más presionado en las negociaciones que parten, todas, de la definición de la candidatura presidencial.
En esa perspectiva, el todavía secretario de Hacienda se perfila, desde el arranque mismo del proceso electoral, como un candidato fuerte y con un techo de crecimiento de amplios márgenes tanto entre los priistas como en el histórico voto duro de los panistas.
Con esos márgenes puede también crecer entre los sectores de los llamados indecisos y de los jóvenes, las verdaderas mayorías.
¡Ah! Y no está peleado con las fortalezas de los gobiernos de coalición.
Aquí se queda..¡Aquí entre nos!